El dejar ir, el cerrar una etapa de nuestra vida no se refiere solo a decir adiós a quien comparte vida con nosotros, en un acto de decisión o valentía.
Es posible que no seas tú quien abandona, puede que en realidad, hayas sido el abandonado. En este caso, la idea de soltar, de asumir esa ruptura y avanzar de nuevo hacia delante, es algo vital.
Es posible que no seas tú quien abandona, puede que en realidad, hayas sido el abandonado. En este caso, la idea de soltar, de asumir esa ruptura y avanzar de nuevo hacia delante, es algo vital.
- Debemos dejar ir a quien nos ha abandonado, porque de no hacerlo, seguiremos aferrados a un sinfín de emociones negativas que nos van a herir cada día más. Y los responsables, seremos en esta ocasión nosotros mismos.
- Cerrar ese ciclo de nuestra vida en el cual existe aún el dolor desgarrador del abandono, requiere tiempo. El duelo debe vivirse, llorarse, asumirse y más tarde, aceptar lo ocurrido hasta lograr llegar al perdón. Una vez cauterizada la herida y cuando nos encontremos libres de cargas al haber podido perdonar, nos sentiremos más ligeros para dejar ir con la máxima plenitud.
- Un abandono es la ruptura de un vínculo, y como tal debemos “retornar” hacia nosotros mismos.
- Hasta no hace mucho dicho lazo se nutría del amor hacia esa relación. Ahora, roto ya el cordón umbilical debemos reeencontrarnos, cuidarnos a nosotros mismos, atendernos para reforzar ese vínculo con nuestra autoestima para volver a mirar hacia delante. Fortalecidos.
- No alimentes nostalgias, no focalices tu mirada en el ayer porque el pasado ya no existe, se fue, no está… Y recuerda sobre todo que quien vive de la nostalgia no hace más que alimentar el sufrimiento, y “aferrarse” mientras idealiza un pasado dejando que se pierda su presente. Su oportunidad de ser feliz “aquí y ahora”.
Comentarios
Publicar un comentario